La mayoría de los DEA están diseñados para ser fáciles de usar por personal no médico, pero su sencillez no implica que puedan mantenerse solos. El tiempo, las condiciones ambientales, la caducidad de los electrodos y baterías, e incluso manipulaciones accidentales pueden afectar su eficacia. Dejar un DEA sin revisar es asumir un riesgo innecesario, especialmente cuando se sabe que cada minuto sin desfibrilación reduce la posibilidad de supervivencia en un 10%.

El mantenimiento periódico permite asegurar que los electrodos estén dentro de su fecha de caducidad, que la batería tenga suficiente carga, que no haya daños físicos visibles y que el software del equipo esté actualizado. Además, algunos modelos incluyen sistemas de autocomprobación, pero incluso estos deben ser revisados para confirmar que los test automáticos se han realizado correctamente.